martes, 23 de marzo de 2010

24/03/1976- 24/03/2010



Como no caer en la redundancia, en decir "memoria" como si fuese una palabra más, cuando en sí lo es todo, porque algo pasó, algo pasó de verdad. Memoria no es decir "uy, qué feo!", memoria es compromiso, memoria es aprovechar el espacio que ocupamos en el mundo, y dejar una huella profunda, arrojar al mundo nuestras ideas y que se expandan es no quedarnos estáticos, movernos hacia para llegar hasta, y existir más allá del simple hecho de ser. Ya no importa nuestro peinado, ni nuestro color de pelo, ni la ropa que usamos, porque eso es efímero y muere con el cuerpo. Mientras nuestro organismo se pudre progresivamente, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que nos compromete de verdad es eterno, nuestro molde perfecto. Somos eternos en la medida en que trascendamos, luchemos por lo que pensamos, seamos más que nacer, crecer, desarrollarse y luego morir. Porque la ideología trasciende al cuerpo.
Quedarnos quietos, no razonar, no analizar, no criticar, es caer necesariamente en el olvido, y responder a lo que los grupos de poder como los que impusieron esa dictadura impiadosa buscan en nosotros. Estar despiertos, tomar una posición, no dejarse manipular es tener una identidad.
Somos lo que pensamos y, más aún, lo que hacemos.
En estos tiempos, es fácil caer en la nada, no ser nadie, NN, un muerto más, porque todo es seductor. Y hay tele, y hay autos, y hay publicidad por todos lados.
Clarín, el monopolio más nocivo y alarmantemente de derecha en Argentina, nos dice qué pensar y nosotros creemos hacerlo, no nos tomamos el esfuerzo de analizar.
Nuestros hermanos latinoamericanos, Honduras, Haití, Colombia, son intervenidos por la potencia extranjera norteamericana y nosotros miramos como si fuésemos ajenos, cuando su situación es la misma que la nuestra, cuando el campo nos deja sin carne porque los países ricos les llenan los bolsillos, cuando nuestra industria, escasa, depende indefectiblemente del apoyo del opresor.
Vivimos una dictadura implícita, de la cual somos responsables, porque al arreglarnos el pelo, porque cuando lo único que nos importa es nuestra pomposa imagen, les estamos siendo funcionales y
nos manejan como títeres.
No podemos desligarnos de las consecuencias del genocidio. Ninguno de nosotros puede. Esta escuela, la que vivimos todos los días, sufrió la desaparición de 29 chicos como nosotros. Una irrecuperable división perdida.
Ni olvido ni perdón.
JUSTICIA.

1 comentario:

locucho dijo...

Cuantas verdades. Por eso mismo, no hay que caer en la banalidad, y menos en la que nos imponen los grandes monopolios, ni en aquella crítica destructiva que buscan inculcarnos para satisfacer sus intereses.

Nos vemos hoy, en la Plaza.
Franco L. (ex alumno CNBA)